"Entre piquitos y acosos: la doble cara de la convivencia femenina" | Marca
Un sombrío, denso y revelador silencio ha invadido España tras las múltiples denuncias de las parejas de los jugadores del Mallorca sobre el acoso sufrido en Yeda. Este panorama contrasta de manera radical con lo que se vivió tras el repugnante y humillante beso que Luis Rubiales le dio a Jenni Hermoso. En ese momento, los políticos reaccionaron, con toda justicia, sin que nadie tuviera que instarles a ello. Yolanda Díaz tomó la delantera en la causa, seguida por Pedro Sánchez y los líderes de todas las formaciones políticas. Todos. El ámbito deportivo se unió a la defensa de la dignidad de Jenni. Aquellos que en Las Rozas eran fervientes defensores de Rubiales, ya sea desde un inicio o convertidos, renegaron de los valores y de la protección de la mujer. Los medios informativos se volcaron hasta convertir el caso Rubiales en noticia principal.
¿Y ahora? Los políticos callan y dejan claro que el amigo saudí es demasiado amigo como para que desde Moncloa se encabece la operación Sacar la Supercopa de España de Arabia Saudí como sea. Como si fuese la exfiltración de un agente. El presidente de la Federación, lejos de condenar de manera contundente lo denunciado, ha elevado el flirteo con los saudíes y habla de llevar allí la Supercopa femenina. Extraordinaria idea que seguro ha contado con la consulta a las futbolistas. Es de esperar que, llegado el caso, se nieguen tajantemente a jugar allí donde se las sigue considerando más objeto que ser humano. Y los medios, salvo raros casos, nos hemos limitado a recoger las palabras, olvidando la labor de denuncia y defensa del ciudadano que implica esta santa profesión. ¿Sería igual si la denuncia partiera de las parejas de Courtois o Lewandowski? Respuesta: no.